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Alimentacion en niņos: de 0 a 3 aņos
Fecha de actualización: 2010-05-10

Autora: Pilar Serrano Aguayo
Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del H. Universitario Virgen del Rocío. Sevilla.

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ÍNDICE INTERACTIVO

>> Alimentación en la primera infacia

>> Alimentación de 0 a 6 meses

>> Alimentación de 6 meses a 1 año

>> Alimentación a partir del año

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ALIMENTACION EN LA PRIMERA INFANCIA

Desde el momento del nacimiento y a lo largo de la vida la alimentación juega un importante papel para el desarrollo equilibrado y el mantenimiento de la salud. Cada etapa de la vida tiene unas peculiaridades, que se deben tener en cuenta a la hora de diseñar la alimentación para esa etapa.

La etapa de 0 a 3 años se caracteriza por ser una etapa de crecimiento rápido, sobre todo el primer año, lo que condiciona unos requerimientos nutricionales más altos, si se valoran por unidad de peso, con respecto a etapas posteriores. Es también una etapa de transición, desde la leche materna hacia la alimentación del resto de la familia. En ella se forman los hábitos alimentarios que puede perdurar el resto de la vida. No menos importantes son los aspectos de relación social y afectiva ligadas a la alimentación, a los que los niños y las niñas se van incorporando desde su nacimiento.

Los objetivos de la alimentación en esta etapa son:

- Cubrir las necesidades energéticas, plásticas y reguladoras que permitan el crecimiento y desarrollo óptimo del organismo en cada etapa del proceso.
- Iniciar la prevención de enfermedades crónicas del adulto relacionadas con la alimentación.
- Promover la adquisición de hábitos alimentarios saludables.
- Satisfacer las necesidades afectivas y otras específicamente humanas ligadas a la alimentación.

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Alimentación de 0 a 6 meses

La alimentación óptima y natural para los bebes es la lactancia materna. Los bebes no necesitan otro alimento ni bebida hasta pasados los 6 meses de edad. Después, la lactancia materna puede continuar, junto con otros alimentos, hasta que madre e hijo deseen, por un tiempo mínimo de 2 años.

La lactancia materna, por ser un derecho de los niños y de las niñas, además de una forma de alimentación y relación con sus madres, debe ser facilitada en las guarderías a las que acudan niños en periodo de lactancia. Solo en caso de que la madre no lo desee, o de que exista alguna contraindicación médica para la lactancia materna, se debe recurrir a la alimentación artificial.

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Alimentación de 6 meses a 1 año

A partir de los 6 meses de edad se inicia la introducción progresiva de los alimentos distintos de la leche materna o sus sucedáneos. Estos nuevos alimentos vienen a completar, no a sustituir, la leche materna que sigue siendo el principal alimento en esta época. Los alimentos se ofrecen en cantidades pequeñas, sin forzarle nunca, y en concordancia con la progresiva adquisición de sus habilidades motrices. El tipo de alimento a ofrecer dependerá de la disponibilidad de alimentos locales, de las preferencias y costumbres de la familia, de las características mecánicas del alimento, que lo hacen apropiado o no a la madurez de cada niño, así como de la aceptación del alimento. Se introducen de uno en uno, en una cantidad pequeña, que se va aumentando poco a poco. La elección de alimentos y el orden en que se introducen es indiferente y queda a elección de los padres. Las cantidades que suelen tomar son pequeñas por lo general. Los alimentos constituyen una novedad perceptiva para los niños, con la que querrán experimentar, aspecto que se debe respetar. Conocer y respetar las claves de hambre y saciedad que dan los niños es muy importante, para que ellos mismos reconozcan y respeten esas claves de ahora en adelante. Permitir la incorporación a la mesa con otras personas facilita los aspectos sociales de la alimentación.

El proceso de ir ampliando la dieta se facilita:

- Si existe una buena interrelación entre la persona que cuida y el niño o la niña.
- Si se reconocen y respetan las señales de hambre y saciedad del bebé, ofreciéndole alimentos cuando manifiesta interés, y sin insistir si sus gestos son de rechazo o saciedad.
- Si se admite que el rechazo a alimentos nuevos es normal, aunque suele ser temporal.
- Si se ofrecen alimentos con su sabor natural. Los niños y las niñas tienen la capacidad de elegir por sí solos una dieta equilibrada. Los aditivos para acentuar sabores dulces o la incorporación de sal pueden engañar al paladar, y ello puede mermar dicha capacidad.

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Alimentación a partir del año

A partir del año de edad, la dieta se va ampliando de forma progresiva, de manera que al acercarse a los dos años, se parece bastante a la del resto de su familia. Se añaden los alimentos que aún no había probado antes, y se van ampliando texturas de acuerdo a sus progresivas habilidades.

La dieta debe ser lo mas variada posible e incluir tentempiés saludables entre las comidas principales.

COMPORTAMIENTO NORMAL DE LOS NIÑOS PEQUEÑOS EN RELACIÓN CON LA ALIMENTACIÓN.

Aunque la conducta de los niños y de las niñas pueda parecer “caprichosa” ante los ojos de los adultos, es importante conocer algunos aspectos que son normales desde el punto de vista evolutivo:

No tienen mucho apetito (a partir de los 18-24 meses disminuye notablemente la necesidad de energía para el crecimiento, puesto que éste es más lento).
Tienen una necesidad imperiosa de explorar con sus propios sentidos todo lo que les rodea, incluida la comida.
La experimentación constituye un incentivo y por tanto es mejor utilizarla “a favor” que oponerse y tratar de imponer reglas.
El juego para ellos es una obligación y una necesidad, puesto que constituye la mejor manera para aprender.
También necesitan practicar. Las habilidades no se adquieren de golpe, sino de forma progresiva, seguramente después de varios intentos.
Es adecuado permitir un cierto margen de elección con la comida. La responsabilidad de las personas adultas consiste en ofrecer una variedad de alimentos saludables, pero no lo es controlar la cantidad de comida que toma cada niño o niña, puesto que el apetito varía según las necesidades individuales y dependiendo de las situaciones. Si se ofrecen alimentos saludables aunque coman pequeñas cantidades, la dieta será equilibrada y nutritiva, a la vez que se está educando a elegir precisamente dichos alimentos. Por el contrario, si se fuerza a comer más allá de la saciedad, a corto plazo puede dar lugar a conflictos y rechazo a las horas de comer, mientras que, paradójicamente, a la larga puede conducir a la obesidad.
Mucho más importante que la "cantidad" de alimento que toma una niña o un
niño es:

- Que sean alimentos nutritivos.
- Que vaya adquiriendo habilidades y autonomía en su alimentación.
- Que vaya aceptando poco a poco y pequeñas cantidades de comidas nuevas.
- Que disfrute del acto de comer.

No hay que enfadarse si se manchan la ropa, si tiran comida o si derraman algo. No es voluntario. Por su edad no tienen aún la capacidad de controlar todos sus movimientos de forma perfecta. Las porciones deben ser adecuadas a la edad del niño o de la niña. Es mejor ofrecer porciones pequeñas, con la posibilidad de pedir más si siguen hambrientos. Algunos niños siguen espontáneamente un patrón de alimentación de picoteo, es decir, prefieren comer cantidades pequeñas en las comidas principales, y completar su dieta con tentempiés frecuentes a lo largo del día. Es importante respetarlo, ya que obedece a características fisiológicas propias de cada niño o niña, y este modo de alimentarse les permite obtener lo que necesitan a lo largo del día.

Ha sido demostrado que los niños y las niñas pequeñas consumen cantidades adecuadas de nutrientes y energía si se asegura su acceso a una amplia variedad de alimentos de todos los grupos, evitando aquellos excesivamente dulces o salados o a los que se les ha añadido azúcar, edulcorantes o sal.

Los adultos deben reconocer y responder a las claves de hambre y saciedad de cada niño o niña, tanto verbales como no verbales (p. ej. Irritabilidad e inquietud como señales de hambre; volver la cabeza, rechazar la comida, dormirse o querer jugar como señales de saciedad). Cuando los adultos asumen el control del tamaño de las comidas o presionan a los niños a comer, en lugar de permitirles que sean ellos quienes decidan en función de sus sensaciones internas de hambre y saciedad, su capacidad para regular la cantidad de comida se ve mermada.

Por todo ello, uno de los mejores consejos con respecto a las prácticas de alimentación infantil continúa siendo la división de la responsabilidad entre adultos e hijos, correspondiendo a los mayores el presentar una variedad de alimentos saludables, y a los niños decidir si comen o no y la cantidad que toman.

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Bibliografía:

1.- Nutricion y dietoterapia Krause. K Mahan  M Arlin. McGrawHill .2003
2.- Tratado de Nutricion .Ed A Gil. Accion Medica 2005
3.- Nutricion y Dietetica Clinica. J Salas Salvado . Doyma 2000

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